Hay un muchacho que se retrata en Montmartre. Corre el año 1904 y él ya sabe quien va a ser. Sólo pinta cuadros tristes y azules, en la escena melancólica del París de principios del siglo pasado. Sus padres lo bautizaron Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Crispín Crispiniano de la Santísima Trinidad Ruiz, pero eso nadie lo sabe todavía.
El mundo pronto conocerá a este malagueño por otro apellido, el materno: Picasso
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